Mario Romero.- Uno de los argumentos que llevó a la administración del primer gobierno del Presidente Donald Trump para imponer sanciones y considerar al fabricante chino Huawei como un «peligro para la seguridad nacional de ese país», era el hecho de entregar los datos de los usuarios y sus acciones al gobierno central a través de las llamadas «Puertas traseras».
Han pasado ya varios años de la vigencia de ese veto y por un lado, EE.UU nunca ha presentado pruebas al respecto y por el otro lado, Huawei ha negado constantemente las acusaciones de colaboración con las agencias nacionales de inteligencia chinas, y se defienden señalando que no hay pruebas disponibles públicamente que demuestren dicha colaboración.
Las preocupaciones planteadas por algunos gobiernos (no solo EE,UU) se basan en riesgos teóricos en lugar de incidentes probados.
Donald Trump, Presidente de EE.UU
LA POSTURA OFICIAL DE HUAWEI
Pese a las numerosas acusaciones, ningún gobierno o investigación independiente ha proporcionado públicamente pruebas concluyentes de que Huawei haya participado en espionaje o actividades maliciosas en nombre del gobierno chino.
Los críticos argumentan que las acusaciones se basan en factores circunstanciales, como el origen chino de Huawei y las obligaciones legales teóricas bajo las leyes chinas, en lugar de acciones demostradas.
Las preocupaciones a menudo citan leyes chinas, como la Ley Nacional de Inteligencia y la Ley de Lucha contra el Espionaje que requieren que las organizaciones y los ciudadanos ayuden con el trabajo de inteligencia estatal. Sin embargo, estas leyes no exigen explícitamente el espionaje, y su aplicación a empresas como Huawei sigue siendo especulativa.
Huawei ha declarado repetidamente que nunca ha estado involucrado en ningún incidente malicioso de ciberseguridad y que opera estrictamente dentro de los marcos legales de los países en los que opera.
Según indica la firma, los dispositivos de Huawei se somete a rigurosas pruebas y certificación por parte de organismos reguladores como la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) en Estados Unidos antes de su implementación.
Tienda Huawei en Shangai con el lanzamiento del teléfono Huawei Mate 70
Esto incluye garantizar que sus dispositivos solo operen en espectros asignados comercialmente y no puedan acceder a bandas militares o gubernamentales restringidas.
Por ejemplo, Huawei negó explícitamente que su equipo pudiera funcionar en espectros asignados a los EE. UU. Departamento de Defensa, contradiciendo las afirmaciones de que podría interrumpir las comunicaciones del arsenal nuclear.
Algunos gobiernos, como el de Reino Unido, han realizado revisiones de los equipos de Huawei y han emitido informes no concluyentes sobre posibles amenazas, destacando la falta de consenso incluso entre las naciones aliadas.
La ausencia de pruebas ha llevado a los críticos a acusar a los gobiernos de exceso de proteccionismo económico disfrazado de preocupaciones de seguridad nacional.
Las acusaciones a menudo confunden a Huawei con otras entidades chinas o tecnologías no relacionadas.
Por ejemplo, el mecanismo de arranque personalizado SpecterShell Android no está relacionado con el mecanismo de arranque de confianza segura OpenHarmony/HarmonyOS 5-Next de Huawei que está integrado en el SKU Pioneer de fábrica de Mate X6 y dispositivos con HarmonyOS 4.3 basado en Android 12 y la versión global EMUI 15.
Las restricciones a Huawei coinciden con una competencia estratégica más amplia entre Estados Unidos y China, incluidas las guerras comerciales y la rivalidad tecnológica. Algunos analistas argumentan que la exclusión de Huawei de los mercados occidentales está motivada por intereses económicos (por ejemplo, proteger a empresas estadounidenses como Apple) en lugar de riesgos de seguridad genuinos.
El rápido crecimiento y éxito de Huawei en los mercados globales se ha atribuido a factores legítimos como la innovación y la competitividad de los costos, no al espionaje patrocinado por el Estado.
De acuerdo a lo señalado por el fabricante chino, las acusaciones contra Huawei se basan en gran medida en riesgos teóricos, interpretaciones legales y tensiones geopolíticas en lugar de evidencia empírica y si bien se justifica la precaución prudente en la infraestructura crítica, la ausencia de pruebas socava las afirmaciones de colaboración definitiva con la inteligencia china.
El cumplimiento de Huawei con las normas internacionales y la falta de incidentes documentados desafían aún más estas acusaciones, señalan desde la compañía.